miércoles, 19 de marzo de 2014

Yan Morvan, cronista de lo extremo



El fotógrafo francés Yan Morvan se inició en la fotografía de la manera más radical, retratando a los pandilleros de los Hell Angels parisinos en el verano de 1975. Vendiendo joyas en las calles de la capital francesa se hizo colega de uno de ellos, este iba buscando anillos con calaveras, y le propuso hacerle un par de retratos. Unas semanas más tarde ya estaba rulando con el resto de los rockers y atesorando potentes retratos que verían la luz dos años más tarde en su primer libro de fotografías, Le Cuir et la Baston. A los protagonistas el libro no les acabo de convencer y arrasaron a golpe de recortada su piso. Morvan se escapó por lo pelos. 

Curtido con ellos, con sus desmanes y excesos, los siguientes trabajos en revistas como Paris Match o Le Figaro no acabaron de entusiasmarle ni de motivarle. En 1979 se despidió, cogió el petate y las cámaras e inició en Asia su verdadera carrera como cronista de lo extremo. Desde entonces ha cubierto más de veinte conflictos armados, el mundo del sexo más sórdido, tuvo una intensa relación con un asesino en serie (que le secuestró y torturó durante tres días), estuvo a punto de ser ejecutado en el Libano y ahora vuelve  a sus orígenes retratando de nuevo los gangs más radicales franceses. Hay quien llena la vida de años y hay quien llena los años de vida y sin duda que Morvan es de los últimos. Si quieres saber algo más de la fascinante trayectoria vital de este gran fotógrafo todoterreno deberías leerte la extensa entrevista que le hicieron en vice














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